La importancia de la higiene dental infantil: cómo inculcar buenos hábitos y cuándo hay que acudir al dentista

higiene dental infantil

La salud dental de los hijos preocupa a los padres porque está directamente relacionada con su bienestar general: la aparición de caries, tener los dientes desalineados o problemas en la mordida pueden influir negativamente en su salud y autoestima. Por ello, muchos padres se preguntan cuándo deberían llevarlos al dentista y cómo pueden inculcar buenos hábitos de higiene desde una edad temprana. Para obtener respuestas, hemos consultado a Mª Teresa Román, dentista infantil en Zaragoza en la Clínica Román, que nos ha proporcionado información clave sobre cuándo y por qué llevar a los niños al dentista por primera vez.


Muchos padres esperan a que aparezca un problema para llevar a sus hijos al dentista, pero lo ideal es adelantarse. La primera visita debería hacerse alrededor del primer año de vida. Parece pronto, pero es la mejor forma de prevenir problemas futuros y de que el niño se acostumbre al ambiente de la clínica. Acudir al dentista desde pequeños permite detectar posibles anomalías en la mordida, hábitos perjudiciales como chuparse el dedo o la presencia de caries tempranas. 

Además, ayuda a que el niño vea las visitas como algo normal y no desarrolle miedo. Si no se empieza a tiempo, las primeras visitas pueden ser traumáticas, porque si solo va a la clínica cuando tiene dolor, lo asociará con una experiencia negativa. En cambio, si desde pequeño asiste a revisiones sin problemas, no tendrá miedo cuando sea mayor. Y eso es clave para una buena salud dental de por vida.

Desde el primer diente, la higiene bucal es clave. Muchos padres creen que, como los dientes de leche son temporales, no necesitan tanto cuidado, pero esto es un error, porque los dientes de leche guían la salida de los definitivos y juegan un papel fundamental en el desarrollo del habla. Si aparecen caries en esta etapa, pueden provocar infecciones, dolor y hasta afectar la alimentación del niño. Además, las bacterias que causan caries pueden quedarse en la boca y afectar a los dientes permanentes cuando empiecen a salir. Por eso, la higiene dental debe empezar cuanto antes, incluso antes de que aparezca el primer diente. 


La clave para evitar caries y enfermedades bucales está en la rutina. Si un niño aprende desde pequeño a cuidar sus dientes, lo hará de forma automática cuando crezca. Cuando los hijos ven que sus padres cuidan sus dientes y van al dentista, lo asumen como algo natural; en cambio, si la higiene bucal se convierte en una batalla diaria, asociarán el cepillado con una obligación molesta. Por ello, lo mejor es empezar a acostumbrarlos pronto. Pero, ¿cómo de pronto? Pues lo ideal es desde que son bebés. Para ello, se pueden limpiar las encías con una gasa húmeda ayuda a eliminar restos de leche y bacterias, y en cuanto el primer diente asome, toca estrenar cepillo. 

La alimentación también juega un papel crucial. Un error muy común entre los más pequeños es abusar de alimentos azucarados, chucherías y refrescos, que tienen azúcares que se adhieren a los dientes y favorecen la caries. Hay que intentar evitar estos productos y no consumirlos con mucha frecuencia, pero se hace, es necesario asegurarse de que después haya un buen cepillado.

Otro factor clave para una higiene bucal completa es introducir a los niños en el uso del hilo dental, porque ayuda a eliminar restos de comida allí donde el cepillo no llega, pero hay que hacerlo en el momento adecuado y de la forma correcta. Al principio, los padres deben encargarse del proceso, utilizando un trozo corto de hilo y moviéndolo suavemente entre los dientes sin hacer presión sobre las encías.  A partir de los 8 o 9 años, la mayoría de los niños pueden hacerlo por sí mismos usando arcos dentales que pueden facilitar el proceso.


Cepillarse mal es casi tan problemático como no hacerlo. Se confía en que los niños recuerden lavarse los dientes solos, pero sin supervisión, es fácil que se cepillen de cualquier manera. El cepillado debe durar al menos dos minutos y realizarse después de cada comida, especialmente antes de dormir. Durante la noche, la producción de saliva disminuye, lo que facilita la acción de las bacterias. Si quedan restos de comida, el riesgo de caries se dispara.

La técnica correcta para cepillarse los dientes empieza colocando el cepillo en un ángulo de 45 grados respecto a la línea de las encías. Luego, hay que hacer movimientos suaves y cortos de arriba hacia abajo en los dientes frontales y movimientos circulares en los molares para eliminar la placa de manera eficaz. Es importante cepillar todas las superficies: exterior, interior y la zona de masticación. La lengua también debe limpiarse para reducir bacterias y mejorar el aliento.

El tipo de cepillo también influye: un cepillo con cerdas duras puede dañar las encías y desgastar el esmalte. Lo ideal es un cepillo de cerdas suaves, adaptado a la edad del niño, aunque los cepillos eléctricos también pueden ser buenos aliados, porque facilitan la limpieza y motivan a los peques con temporizadores.  En cualquier caso, se elija el cepillo que se elija, es importante cambiarlo a tiempo, porque los cepillos pierden efectividad y puede acumular bacterias tras muchos usos. Lo ideal es renovarlos cada tres meses.

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *