La conducción completamente autónoma es una de las asignaturas pendientes de la automoción. Dividida en niveles, donde el uno es mera asistencia y el cinco autónoma completa, he podido subirme a un autobús de nivel cuatro. Lo fabrica Renault. Y Barcelona prestó sus calles a modo de circuito urbano. La experiencia fue muy positiva.
Sorprende por su tamaño reducido, por la cantidad de cámaras y sensores que rodean el vehículo y porque, tras subir, todos los asientos son de pasajero. No había conductor. Eso sí, Renault reservaba uno para el operador de seguridad: este puede tomar el control del bus autónomo si ocurre una incidencia. Durante mi trayecto no hubo el más mínimo problema.

Antes de acudir a la prueba imaginé que Renault y el ayuntamiento habrían acordonado un trozo de calle para que circulase el autobús de manera controlada. Nada más lejos de la realidad: al contrario de lo que ocurrió la primera vez que subimos al autobús, realicé mi trayecto sobre un circuito abierto al tráfico habitual.
El centro de Barcelona no lo puso nada fácil. Nada mejor para poner a prueba un robotaxi de ocho plazas que soltarlo en medio de la ciudad con el resto de autobuses pujando por el espacio, los taxis cruzándose de carril, los peatones saltando en rojo por el paso de cebra y, en definitiva, sobreviviendo al tráfico de una urbe tan grande y caótica como la de Barcelona. El autobús autónomo de Renault se enfrentó a los obstáculos sorteando cada uno de forma responsable y con el máximo cuidado.
Ya comenté que es pequeño, Renault plantea su transporte autónomo como un vehículo lanzadera o «shuttle»; sin que esto implique que la tecnología sea apta solo para minibuses, ya que es escalable a lanzaderas de mayor tamaño (o a coches). El interior dispone de varios asientos en filas y cada uno de ellos posee un cinturón. Todos los pasajeros deben abrochárselo, el «Fasten your seat belts» suena por megafonía interna como en los aviones. Y el bus se queja cuando te lo quitas.

Suave, sin acelerones y con mil ojos en el entorno. Renault coloca dos pantallas en la zona superior delantera donde puede verse el reconocimiento que hace el vehículo del entorno y la representación en 3D de la circulación. El minibús dispone de un complejo sistema de reconocimiento que rodea el exterior con seis LiDAR, diez cámaras, dispone de cuatro receptores GPS RTK de alta precisión y dos módulos de conexión 5G. En el interior también hay cámaras y sensores para la detección de los pasajeros.
Señalizando que es gerundio
Como el resto de vehículos que circula por la carretera, el minibús de Renault señaliza los giros, mantiene las distancias de seguridad, responde con antelación al resto de elementos en movimiento y circula por los carriles manteniéndose por el circuito urbano prefijado. Dado que la prueba busca cubrir una línea de bus tradicional, el circuito tiene paradas donde los pasajeros pueden bajar y subir del bus.

Una prueba real y abierta a todo el mundo. El de Barcelona es el primer test de un vehículo autónomo de pasajeros en una ciudad española y fuera de situaciones controladas. De hecho, no solo pudimos subirnos los periodistas: cualquiera que esté en Barcelona puede tomar el bus entre Passeig de Gràcia y Rambla de Catalunya. El recorrido dura media hora y tiene seis paradas.
Aprecié una conducción responsable, decidida, sin acelerones, los giros fueron suaves y la velocidad acorde con el entorno. Esperaba una conducción algo más temerosa, como alguien que se estrena tras sacarse el carnet de conducir. Todo lo contrario: sin perder ni un instante la seguridad, la conducción autónoma se mostró muy experimentada. Incluso pasó por el sitio estrecho que dejaba un coche en doble fila: el bus no lo dudó ni un segundo. Yo me lo habría pensado.

Al final, la sensación de ir en un bus autónomo no se aleja en exceso de viajar en uno convencional. Solo que miras al frente y no ves a nadie pilotando, esto es algo que, lógicamente, llama la atención. Más fuera que dentro.
El bus se convirtió en una atracción turística más. Me sorprendió mucho la respuesta de todas las personas que veían el autobús. Su sensación pasaba desde la sorpresa inicial a la duda, después a la intriga. Muchos sacaban el móvil y nos hacían fotos, saludaban, nos grababan en vídeo. Y hubo una respuesta que se me quedó grabada: la expectación de un grupo de taxistas cuando vieron pasar por delante el bus autónomo. Tuve que hacerles la foto.

Tener una experiencia que pasa desapercibida una vez te acostumbras a no ver al conductor es todo un éxito: la conducción autónoma es perfectamente viable en ciudad, incluso con un tráfico impredecible. Renault ha desarrollado una tecnología que responde perfectamente y que puede anticiparse incluso ante un peatón que salta de repente a la calzada. El autobús frenó casi en seco cuando lo percibió a varios metros. Y reanudó la marcha despacio una vez el peatón estaba en la acera.

Solo necesita una conexión 5G. Creo que es el caso de uso del 5G que más claro he experimentado hasta la fecha: según me explicaron los de Renault, para desplegar una línea de autobuses autónomos solo se necesita una conexión 5G estable. El vehículo integra dos módulos 5G que envían constantemente la información que el vehículo va recopilando. No supieron decirme exactamente el tamaño en datos de dicha información, sí que era enorme. Tanto, que habían agotado las tarifas de varias tarjetas SIM utilizadas durante las pruebas.

Renault utiliza la conectividad 5G para gestionar las líneas en tiempo real desde el centro de control, pero el vehículo es completamente autónomo a nivel local: dispone de varios ordenadores que gestionan la información que recopilan cámaras y sensores para actuar según los algoritmos y el entrenamiento. De sufrir una caída en la red 5G, o una congestión, el vehículo podría seguir funcionando sin problemas. Y no necesita un despliegue específico de red: los buses están abiertos a cualquier operador.
Tras bajarme del minibús supe que no tardaremos demasiado en acostumbrarnos a verlos por las ciudades. No creo que desplacen a los autobuses convencionales, pero seguramente convivan con ellos dentro de muy pocos años. La tecnología 100 % autónoma está lista y es segura. A mí me ha convencido.
Imagen de portada | Iván Linares
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José Manuel
"Como el resto de vehículos que circula por la carretera, el minibús de Renault señaliza los giros, mantiene las distancias de seguridad".
Bueno, eso es mucho decir. La cantidad de cretinos que no señalizan los giros con los intermitentes o no mantienen la distancia de seguridad parece que crece día a día.
grebleips
¿Se puede considerar un vehículo de 8 plazas, autobús?
juanjouz
acabarán por sustituir a los "normales"
pableras
"todos los asientos son de pasajero. No había conductor". Excepto un asiento que se reservaba para el CONDUCTOR de "porsiaca".
Rizando el rizo este autobús también levitaba. Sólo tenía cuatro cilindros rodeados de caucho por si dejaba de levitar en algún momento.
En fin.
uxiono
Si tiene sentido, un vehículo autónomo para su funcionamiento necesita sensorica y comunicaciones de todo tipo, creando una trampa de privacidad enorme, porque aunque sin quererlo sí o sí va a recoger datos de todo tipo.
Si en un futuro esto se convierte en norma y prohíben conducir manualmente, eso creará un perjuicio en contra de la libertad de movimiento o incluso en nuestra propia vida, porque no hay alternativa de tener un vehículo que no te vigile ni que vigile a otros y que tú puedas operar.
Sobre lo de comparar el peligro de la vulneración de privacidad y de la libertad de movimiento con el peligro de un cuchillo, es una tontería. Debe ser meridiano que cuando hay elementos que capten audio y video o en su caso sensorica que recoja datos que infrinjan la privacidad, uno de los principios aplicables es el de mínima intervención, es decir, que el uso de estas intenten inferir lo menos posible, aún cuando estos no se usen para vigilancia.
La propia tecnología va en contra de este principio y cada vez este es imposible de mantener vigente aunque se hagan las cosas "bien".
Un cuchillo en este sentido, aún siendo una herramienta y un arma mortal, su implicaciones en un ratio coste/beneficio no son ni tan graves que la conducción autónoma puede causar.
Sobre qué se pierdan empleos a cambio de otros que van a ser mucho menores en numero y que no van a poder sustituir las labores indispensable que hace un transportista, como es el cuidar de la carga, del vehículo, de las personas transportadas y de la seguridad vial, cosa que un vehículo autónomo no puede hacer y que implantar sistemas de seguridad o de vigilancia entra en perjuicio con lo que te he descrito anteriormente.
¿Acaso la razón de la tecnología no está en dar capacidades extras a las propias naturales del ser humano y facilitar su vida?
Cada vez las nuevas tecnologías se están utilizando más por fines puramente de control y vigilancia que para el beneficio de esta misma por la humanidad.
alvarogrte
Mientras no vaya encaminado a acabar con la conducción manual a nivel particular, todo perfecto. Ahora bien, hay que ver como evoluciona porque hay vidas en juego.
dabelo
Conductores de autobús, camión y taxistas tienen los días contados, en 10 años todos sustituidos por IA.
uxiono
La conducción autónoma es un peligro para la libertad humana.
Pone en peligro a los bienes y a las personas de la vía y representa un riesgo para la privacidad debido a la cantidad de sensores y cámaras que tienen.
También hay que tener en cuenta sobre todo por la responsabilidad de los pasajeros dentro del propio vehículo cosa que es función de los propios conductores.
No hablemos tampoco de las pérdidas de empleos cualificados y ya sometidos a gran tensión por culpa de políticas nefastas.